jueves, 24 de mayo de 2012

Berlín


No puedo saber si fue sueño o ficción, tampoco realidad. Me despierto y busco en tu lado del lecho. Aspiro esa fragancia que huele a ti cuando no estás. Desesperanzado, ansío los rayos de tu luz sombría, la que descansa sobre tu figura y surca el suave lienzo de tus sentidos. Ligera como tu mirada, tu ausencia continua luce paciente y embarga el aroma de tu perdida presencia.
Sello mis ojos de nuevo, percibo el tintineante baile de las tinieblas rasgadas por la fina lluvia. Sueño. El fulgor de las farolas en el húmedo adoquín te muestra el sendero; la sombra marcada por la silueta de tus pasos te acerca a mí.
Llueve, mi amor, y con los ojos cegados te veo marchar. Observo cómo para volver navegas por el turbulento océano de la noche, esa oscuridad que está dispuesta a engullirnos y que, en ocasiones, nos ilumina en la esperanza de escapar.
Me levanto, es media noche. Todo está oscuro, pero sé que nada malo va a pasar. Elevo mi plegaria: te espero, regresa, vuelve, mi amor, son sólo unos metros más de la siniestra pared para volver a sentir tu corazón junto a mí...

Hoy empiezo a recordar, después de tantos años, la brisa sobre el frío canal. Me pregunto dónde estarás, y sé que jamás lo volveré a soñar. La suave luz de aquel atardecer me confirmó lo que ya sabía ayer, y entonces vuelvo a rememorar los sonidos que aquella noche escuché al otro lado del lóbrego mural...

Llueve en Berlín mi amor sobre los dos... (Berlín, La Unión, 1992)



Madrid, 20 mayo de 2012

jueves, 3 de mayo de 2012

La Trigésima Segunda


Me vais a perdonar por la opinión que voy a verter en estos momentos acerca de una de las aficiones, que junto con la literatura, me hacen la vida más llevadera: el futbol, y si afino un poco más aún, llegamos a mi equipo, el Real Madrid. Hace unos minutos, en el día de ayer, hoy ya es jueves, acaba de proclamarse Campeón de Liga, lo escribo con mayúsculas porque si no hay un buen libro sin ese personaje oscuro y ruin que es referencia del mal, tampoco hay un campeonato que se gane con prestigio si no hay un digno rival. Y no lo olvidemos, el rival del Real Madrid ha sido grande y aun así la Liga es nuestra.
No obstante, no deja de tener un regusto amargo después de la eliminación en las semifinales de la Champions League y, a pesar de que lo que cuente sean los números, los puntos en definitiva y como no, los títulos, para el Madrid y he aquí lo paradójico y grandioso de nuestro club, es más importante beber en la futura copa que tiene nombre propio, que la consecución de un campeonato más de Liga. Esa es la gloria del futbol y ese es el ADN de nuestro equipo. Desde que no es preciso ganar la Liga para jugar la copa de Europa, no lo olvidemos, el diez es mejor número que el treinta y dos, y por ello sólo hay un ordinal que nos satisfaga: LA DÉCIMA.